Por Antonio Ladra:

Se desarrolló ayer en la Cámara de Diputados el homenaje al Partido Comunista del Uruguay por el centenario de su fundación. Participaron obviamente los legisladores del Frente Amplio, del Partido Nacional, el Partido Colorado, el Partido Independiente y el Peri, no así Cabildo Abierto.

No voy a referirme a lo que se dijo ayer en la cámara. Sí destacar que más allá de discrepancias, los partidos verdaderamente republicanos estuvieron presentes. Los que no tienen esa concepción de la República estuvieron ausentes.

Si voy a hablar de otra ausencia que hubo ayer.

Porque estos cien años del Partido Comunista del Uruguay son buenos para recordar a un hombre, a una persona que fue el secretario general del PCU y que, por esa razón, por ser comunista, fue objeto, durante la dictadura, de las torturas más aberrantes. Me voy a referir y a recordar Jaime Pérez, que en realidad se llamaba Jaime Gerschuni Pérez.

Jaime Pérez, un obrero peletero que llegó a ser diputado y el hombre más importante del PCU en los inicios de la década de los años 90, fue el que tuvo que dirigir a su partido en medio de la hecatombe de la Unión Soviética y la caída de todo el bloque socialista.

Y lo hizo de frente, sin abdicar su condición de comunista, pero levantando las banderas de la democracia, abriendo al PCU, no cerrándolo y nunca actuando como si él y solo él tuviera la verdad revelada. Jaime Pérez no era un teórico, al estilo de Rodney Arismendi el ex secretario del PCU a quien tuvo que suceder. Era un pragmático, era, al decir de Antonio Machado un hombre bueno.

En 1986 estaba muy enfermo y fue a la URSS y allí le diagnosticaron un cáncer de páncreas y le dieron muy pocos meses de vida. Regresó a Uruguay a morir, pero si algo necesitaba para saber que aquello se estaba derrumbado, fue tener ese diagnóstico, que resultó a todas luces errado: aquí en Uruguay dieron con la verdadera enfermedad, fue tratado y vivió muchos años más.

Seguramente su salud se debió ver afectada por las torturas que recibió en la cárcel, por ser comunista y ser judío. Pero el nunca habló de ello. Tampoco hablaron ayer sus compañeros.

Con Jaime Pérez dirigiendo el PCU y teniendo un poderío importante en la interna del FA con aquel agrupamiento llamado Democracia Avanzada, fue que el Frente Amplio aprobó la candidatura de Tabaré Vázquez a la intendencia de Montevideo.

El PCU dirigido por Pérez fue artífice de que Danilo Astori encabezara todas las listas al senado, sabiendo que los que iban a perder ese senador era la lista 1001, pero lo hizo para darle más frenteamplismo al PCU, frente a cierta ortodoxia que crecía.

En 1991 y 1992 sobreviene la crisis del PCU. Fue Jaime Pérez quien entendió el momento histórico que se vivía y entendió que el PCU debía renovarse y promovió el abandono del concepto de la dictadura del proletariado. Fue ante una pregunta de Omar de Feo sobre la dictadura del proletariado: “A mí no me gusta ningún tipo de dictadura” dijo Jaime Pérez ¡oh sacrilegio! frente a las cámaras de televisión. Esa frase desató un vendaval en la interna del PCU y en la izquierda. Años de certezas se cayeron esa noche.

“Cuando Jaime Pérez renegó de la dictadura del proletariado y sostuvo que para los uruguayos el voto es un instrumento fundamental, para pasar luego a la propuesta socialista democrática y plural, llegó al punto culminante de esa búsqueda en clave renovadora. La necesidad de crear un partido socialista y democrático era la consecuencia inesquivable. La ortodoxia se aferró a sus certezas –destruidas, pero certezas al fin– y dio una lucha durísima para salvar a un partido que se negaba a dejar de ser”, escribió en la diaria en junio de 2018 el historiador Fernando López D’Alesandro.

Aquella concepción antidemocrática de la dictadura del proletariado fue combatida por Jaime Pérez y eso provocó una suerte de implosión en el PCU. Perdió. El paso que quiso dar Jaime Pérez fue algo muy audaz y por eso fue acusado de todo lo peor. Paso de ser héroe a villano, lo llegaron a llamar traidor, ¡justo a Jaime Pérez!

Cuando murió en el año 2005 fue velado en el palacio Legislativo, el salón de los Pasos Perdidos. Fueron todos sus adversarios políticos, de otros partidos, pero no fue la plana mayor del PCU de ese momento. Por eso, en este momento para recordar, recordemos todo.

Escuche la columna de Antonio Ladra.

Imagen: La República.