Bianchi entrevistó a la víctima 0 e hizo el ejercicio de ver qué edad aparentaba: «La vi venir de lejos, si me decía que tenía 16 le creía, si me decía que tenía 19 también le creía».

El periodista César «Checho» Bianchi escribió un libro sobre la controversial Operación Océano titulado Sugar Daddy. Entrevistado por Punto de Encuentro Bianchi comentó cuáles son los puntos que entiende son más polémicos de la investigación que lidera la fiscal de Delitos Sexuales, Darviña Viera, y sus experiencias entrevistando a la principal víctima, varios imputados y abogados defensores. Valoró que esta situación ponga el tema de la explotación sexual «sobre el tapete».

En el caso hay más de una treintena de imputados de clase media y media alta, «no son todos millonarios», apuntó Bianchi. Entre ellos hay sujetos que tenían un cotidiano vínculo con menores, como son docentes y un exjuez de menores. El periodista coincidió con la fiscal Viera en que esto sirve para «abrir los ganchos y mirar a nuestro alrededor». Las redes sociales son parte de este caso y las redes trajeron la prueba también.

¿Por qué título el libro «Sugar Daddy»? «Ellas dicen que eso era lo que buscaban y ellos se ofrecían de esa manera. Alguien que le de un regalito: un perfume, un paseo en yate, un fin de semana en Punta del Este, una rica comida», explicó Bianchi.

Consultado sobre cuál fue la devolución de la víctima principal -a partir de la que se produjeron las 32 imputaciones- y a quien él entrevistó, dijo que: «Lo leyó, se emocionó, se quebró tanto que tuvo que llamar a una amiga para que viniera a contenerla, pero que me tenía que reconocer que yo había sido honesto intelectualmente, que el trabajo estaba bien. Se indignaba por las respuestas de algunos imputados, pero reconocía que había sido un buen trabajo».

En el marco de las repercusiones del libro lo han llamado víctimas y abogados defensores para valorar positivamente su trabajo. También asegura que lo han contactado para llevar adelante una serie y un documental sobre el tema.

¿Son explotadores de menores?

Hay explotadores, dice Bianchi, hay gente que sabían que eran menores y ellas se lo dijeron en tiempo y forma, hay evidencia, y siguieron para adelante como si nada. Incluso planificaron el cumpleaños de 18 de una de ellas arriba de un yate.

Esos son cuatro o cinco de las 32 imputaciones. «Es una discusión que tuve con Darviña Viera y se va a enojar y no piensa como yo», dijo Bianchi. Agregó que él vio conversaciones en las que una de las menores le dice al presunto explotador que tiene 17 años y este la bloquea inmediatamente. «Es decir, no quería estar con una menor», opina el periodista.

La fiscal Viera arguye que hay una asimetría de poder. «Eso sí, puede ser. No lo hacían para comer, pero había una asimetría de poder, pero la asimetría de poder no está condenada por la ley», valoró el escritor. Incluso contó que varios abogados defensores le expresaron que Darviña Viera hace juicios morales, cuando a la ley no le corresponden esas disquciciones e inclusó citó un parlamento de uno de ellos: «La justicia de género no es justicia».

Victimarios 

Los presuntos victimarios son de clase media, «como las víctimas», dice Bianchi. Algunos de clase alta. No todos son de clase alta, ni pudientes, subraya el escritor. Varios de ellos son muy solventes, pero para otros económicamente era un esfuerzo estar con estas chicas. Muchos creyeron a la del otro lado que tenían 19 o 20, les decían que iban a la facultad. El argumento de la fiscal es que es el adulto quien tiene que extremar los esfuerzos para confirmar que eso es así.

Bianchi agrega que la Fiscalía en algún momento deberá estudiar cuál fue la responsabilidad del servicio de aplicación utilizado. La app asegura que están hablando entre mayores de edad pero no hay ninguna fiscalización.

A quien apodan «el paraguayo» es el único privado de libertad en la causa hasta el momento. «El paraguayo» -explica Bianchi- es uruguayo, pero tiene doble residencia tiene negocios en Paraguay y por eso lo apodaron así.

Darviña Viera temía que se pudiera fugar a Paraguay y por eso se encuentra bajo el régimen de prisión preventiva en el Comcar. Él lo entrevistó en la cárcel y le dijo que «se la están haciendo difícil ahí adentro», porque los otros reclusos creen que tiene dinero y se lo quieren sacar. «El paraguayo» está sospechado de proxenetismo.

¿Los victimarios pidieron las cédulas de identidad a las víctimas?

En el libro hay una declaración de Candela -como Bianchi llamó a la víctima principal de la Operación- que indica que ninguno de los 32 imputados le solicitó que les mostrara su cédula de identidad. Candela admitió que ella mentía sobre su edad y les decía a esos hombres que tenía 18, 19 o 20.

Bianchi entrevistó a Candela e hizo el ejercicio de verla llegar para ver qué edad aparentaba al verla venir de lejos. «La vi venir de lejos, si me decía que tenía 16 le creía, si me decía que tenía 19 también le creía», admitió el periodista.

Candela, la víctima cero

César Bianchi entrevistó a Candela durante una hora y media. Se le llama la víctima cero porque es quien tenía en común a los 32 imputados y su celular es el mapa de guía de toda la investigación.

Consultado sobre si cree que Candela es una víctima, Bianchi manifestó que sí. «Es víctima del sistema, de sus propias vulnerabilidades. Vulnerabilidades no económicas, es de clase media, vive en un barrio obrero y trabajador como La Teja, no vive en zona roja, fue a colegio privado, no tiene necesidades económicas y nunca pasó hambre, dicho por ella, no hizo esto por necesidad», expresó.

Según le contó ella a Bianchi, ella y su amiga -citada como Amanda, nombre falso, cuyo fallecimiento se investiga tras aparecer su cuerpo sin vida en el Arroyo Solís- buscaban hombres económicamente estables que pudieran darles «regalitos o alguna paga y darse una mejor vida». Ellas estaban motivadas por series de televisión, entre ellas «Baby» de la plataforma Netflix. «Cuanto más avanzaba la serie en vez de darse cuenta que eso las iba a llevar a un lugar peligroso más lo hacían», valora el periodista.

Actualmente ella dice tener miedo. Candela padece personalidad borderline, está diagnosticada y toma «mucha medicación»: más de siete u ocho pastillas por día. Hoy en día no consume drogas pero lo ha hecho, fue adicta a la marihuana e ingresa al mundo de la cocaína por uno de los imputados del que no tiene un buen concepto. Parte del pago por el «servicio» era con drogas: pastillas y cristales.

Amanda padecía su misma patología: personalidad borderline. Ambas -entiende Bianchi- eran vulnerables emocional y psicológicamente.  Ellas decían tener una doble vida, en el libro está transcripto una de las entradas del diario de Amanda en la que escribía que ya no podía llevar esa doble vida.

Bianchi le consulta si ahora que ya es mayor de edad va a seguir con este tipo de prácticas, le preguntó si iba a buscar más sugar daddies. Ella pensó unos segundos y le dijo que «tal vez uno». El periodista recuerda que unos minutos antes había dicho que eso quería dejarlo atrás, que le había hecho mucho daño a ella y su familia.

Otro de los episodios destacados en el libro es el altercado entre Candela un policía de Interpol cuando allanan su casa. La víctima dice que él le habla de malos modos y le dijo: «A vos te parece lo que hiciste, acostarte con tantos tipos». La juzgó y luego añadió: «Yo sé que vos y tu amiga decían que eran vírgenes para cobrar más». Ella reconoce que eso es cierto, pero nuevamente la cuestionó desde el ámbito personal. Candela denunció legalmente los malos tratos y ella piensa que el oficial fue apartado de la investigación pero a Darviña Viera no le consta que eso sea así.

Además, ella cuenta que el hombre de Interpol le dijo que si seguía así y no colaboraba iba a ir a parar al Instituto Nacional de Inclusion Social Adolescente (Inisa) donde la iban «a cagar a palos». Candela dice haber sentido miedo en ese momento. El hombre no fue investigado ni sumariado.

Escuche la entrevista de Punto de Encuentro al periodista César Bianchi.