Por Antonio Ladra
No nos une el amor sino el espanto, es una frase incluida en el poema Buenos Aires de Jorge Luis Borges y de verdad se ajusta ahora como anillo al dedo a lo que pasó respecto de la comparecencia del ministro de Salud Pública, Daniel Salinas y el secretario de la presidencia Álvaro Delgado, este martes en el Parlamento.
El espanto es, como fácilmente se puede adivinar, la pandemia del coronavirus, pero también hay otros espantos, quizás menores a los de una pandemia pero no menos importantes y es la señal política de unidad que debió dar el gobierno.
Así y solo así se entiende esa conferencia de prensa donde estuvieron presentes todos los senadores oficialistas en una clara señal de respaldo al ministro Salinas, luego que en los días previos se supiera que hubo cortocircuitos con el presidente.
A fines de diciembre Salinas debió darle la noticia de su despido al coordinador de Relaciones Internacionales y Cooperación del Ministerio de Salud Pública, Franco Alaggia luego de conocer un mensaje del presidente Lacalle donde se cuestionaba al funcionario, amigo de la familia del ministro, por haber actuado presuntamente de manera inconsulta ante un ofrecimiento del laboratorio Pfizer sobre que Uruguay no estaba interesado en sus vacunas. En esa oportunidad Salinas tuvo que ejecutar sumariamente una decisión que se tomó en el piso 11 de la torre Ejecutiva.
Este cortocircuito desnudó cierta improvisación en el accionar del funcionario, pero, sobre todo, puso sobre la mesa la tensión que había entre el ministro Salinas y la Torre Ejecutiva.
Después de ese episodio, Salinas se recluyó en su despacho, en silencio tratando de calmar las aguas. No es momento para hacer olas, se lo escuchó comentar y nada dijo después, cuando también por una orden emanada de presidencia, debió postergar una semana su reunión con los senadores del FA.
Quien si habló en aquel momento para defender al ministro fue, una vez más el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, que cada vez que es necesario sale a defender a su representante en el gabinete.
Pero luego de la reunión de ayer el gobierno logró surfear la crisis.
Esa foto de toda la bancada de senadores, con el senador Gustavo Penadés y Guido Manini Ríos llevando la voz cantante fue una señal muy fuerte para la población y en especial para la oposición.
Pero quizás lo más importante fue lo que dijo Delgado en el seno de la reunión, gran parte de ella declarada reservada: «lo científico va a estar por encima de lo político (cuando se tome la decisión de compra de la vacuna) porque va a ser una vacunación gratuita, eficiente y segura».
Más allá de otras consideraciones que hicieron los legisladores de la oposición, como por ejemplo la cantidad de dinero que se ha usado hasta ahora para atacar la pandemia y sus consecuencias sociales: “hemos notado una disposición a no gastar dinero para hacer frente a la pandemia. Desde que empezó esto se gastaron 500 millones de dólares, un punto del PBI”, dijo el senador Daniel Olesker, quien fuera además ministro de salud del Frente Amplio, que la decisión se va a tomar en el ámbito científico y no en el político es una buena noticia.
Cuando lo político se mezcla con lo científico y lo sanitario ya sabemos que todo se convierte en un enchastre y los resultados no son buenos. Ejemplos hay.
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