Por Antonio Ladra

El intendente de Canelones Yamandú Orsi promovió un homenaje en la Ciudad de la Costa al referente colorado y exministro de Economía Alejandro Atchugarry. La iniciativa generó cruces con sectores del Partido Colorado, que remarcaron haber sido los primeros en promover la distinción, al tiempo que el frenteamplista remarcó que la propuesta «es parte del mismo proceso».

Este es el copete de una nota publicada ayer por el diario El Observador en su página web.

¡Qué curioso!, que justo un homenaje a Alejandro Atchugarry, un hombre que en vida estuvo siempre lejos de las luces, un hombre sencillo, un republicano a prueba de balas, genere, ahora, entre los vivos, discrepancias.
A Atchugarry no le habría gustado nada esto. Como decía el querido Horacio Buscaglia (de paso, un recuerdo a 15 años de su partida el pasado 1 de febrero): ¡Qué sponsor la muerte!

Las discrepancias en torno al homenaje a Atchugarry hablan más de quienes se enfrentan que de quien es el destinatario del homenaje.

Recordemos: fue en el duro invierno del año 2002, en medio de la crisis económica, cuando el Directorio del Partido Nacional, integrante en aquel momento de la coalición gobernante, que tenía a Jorge Batlle como presidente, que pidió el cese del entonces ministro de Economía Alberto Bensión.

El reclamo partió de Luis Alberto Lacalle de Herrera, el padre del actual mandatario.

Y así, tras el retiro de confianza del ministro llegó el momento de Alejandro Atchugarry. «Los tiempos que vienen son tiempos políticos y tiempos técnicos», dijo en aquel momento Batlle. Y vaya si fueron tiempos políticos y de un necesario dialogo para salir de una crisis que agobiaba al país, y a su gente.

Atchugarry, con recorrido político reconocido por todos, llego con ánimo de diálogo con todos: en el sistema político y también con los sindicatos, con el gremio bancario, sobre todo. Había que sortear aquella crisis y se necesitaba para ello un buen conductor. Atchugarry lo demostró. Y se salió de la crisis, negociando, dialogando sin dejar de hacer lo que se tenía que hacer.

Hoy el país está enfrentados a otra crisis, de otra naturaleza, quizás mucho grave, más complicada, porque es sanitaria, pero uno advierte que aquella impronta dialoguista de Atchugarry se perdió.

De un lado y del otro. Gobierno y oposición.

En algún lugar debe estar y se debería recuperar.

De lo contrario será un choque de trenes y las víctimas son, siempre, indefectiblemente, los más débiles.

Por eso me parece que es un signo de estos tiempos tumultuosos, de diferentes visiones, que hoy en Canelones el recuerdo a Atchugarry esté unido a la controversia.

Pero no lo merece la memoria de Atchugarry. No lo merecemos los que ahora buscamos “Atchugarrys”.

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Imagen: Batllistas