Por Antonio Ladra.
Fue el 27 de junio de 1973 cuando en el país se apagó la luz. Ese día se bajó la llave general, aunque los días anteriores fueron de gran tensión con reuniones a varios niveles. Ya el 26 de junio estaba todo previsto para disolver la Cámaras, aunque la decisión había sido tomada secretamente el viernes 22.
El golpe, sin embargo, no pudo concretarse el 26, sino en la madrugada del día siguiente: la negativa de varios ministros a suscribir el decreto de disolución de las cámaras estiró dramáticamente los plazos previstos. En tanto el Senado se preparaba para sesionar por última vez. […] A las 23.05 del 26 de junio regresó el vicepresidente Jorge Sapelli tras una reunión con el presidente Bordaberry y convocó en su despacho a Wilson Ferreira Aldunate, Dardo Ortiz y Enrique Beltrán y allí les informó sobre el inminente golpe. Avanzada la noche del 26, el Senado no lograba quórum para sesionar. Faltando 6 minutos para la medianoche, ingresaron a sala 15 senadores con la ausencia de Sapelli y a las 0:25 ingresó Carminillo Mederos determinando que el quórum fuera suficiente, y bajo la presidencia de Eduardo Paz Aguirre comenzó la última sesión.
Visiblemente emocionado, Ferreira Aldunate fue el primero en hablar, en uso de una interrupción de su compañero de fórmula presidencial de 1971, Carlos Julio Pereyra, que según el orden del día debía referirse a algunos aspectos de la política de ANCAP.
Esa noche también hablaron los senadores batllistas: Luis Hierro Gambardella, Amílcar Vasconcellos, Nelson Costanzo, Héctor Grauert y Paz Aguirre; los nacionalistas Carlos Julio Pereyra, Pedro Zabalza, Dardo Ortiz, Walter Santoro, Alembert Vaz, José Jaso Anchorena y Carminillo Mederos, y los frenteamplistas Francisco Rodríguez Camusso, Enrique Rodríguez y Américo Pla Rodríguez.
No participaron de la sesión: el presidente del Senado, Jorge Sapelli –que estaba en otras actividades fuera del Palacio Legislativo, tratando de salvar la legalidad constitucional–, los senadores blancos del sector Alianza del Partido Nacional de Martín Recaredo Echegoyen y los colorados del pachequismo, que faltaron sin aviso, y dos frenteamplistas, Zelmar Michelini y Enrique Erro, quienes ya estaban refugiados en Buenos Aires. Cuando faltaban 20 minutos para las dos de la mañana del 27 de junio terminó la sesión en el Senado.
Los dieciséis senadores presentes sabían que poco después había que desalojar el Parlamento, y así ocurrió. Alrededor de la siete de la mañana las tanquetas rodearon el Palacio Legislativo y en uniforme de campaña y armados hacen su ingreso los generales Esteban Cristi y Gregorio Álvarez, acompañados por los coroneles y tenientes coroneles: Queirolo, Camps, Ballestrino, Sequeira, Arregui y Barrabino, junto a un nutrido grupo de soldados y policías, muchos de ellos portando metralletas. El santuario de la democracia había sido profanado.
Han pasado 48 años del golpe de Estado y la memoria se debe mantener vigente, porque los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla.
Escuche Lugar a Dudas en Punto de Encuentro por Antonio Ladra