Peñarol fue al Gigante de Arroyito, cayó por 1 a 0 ante Rosario Central y empezó la Copa Libertadores con pie izquierdo. Gol de Carlos Quintana en la última acción del primer tiempo.
En general fue un partido chato, de trámite deslucido y a veces demasiado cortado. Queda la sensación que el aurinegro no logró sumar ante un rival que mostró muy poco. La pelota parada, como en otras copas, una vez más enemiga.
El conjunto canalla marcó en un momento clave, antes de ir al descanso, y en el segundo tiempo solo se dedicó a defender esa ventaja. Guillermo De Amores casi fue un espectador.
Es justo señalar que el carbonero tampoco hizo un buen juego, sin embargo tuvo un par de chances muy claras para anotar. Fue mucho más empuje y ganas que fútbol.
Leo Fernández demasiado poco para lo que él puede dar, faltó utilizar todo el ancho de cancha y por varios pasajes se abusó del centro. Maxi Silvera con la pólvora mojada, no encuentra la red.
Queda un sabor amargo porque era un partido, por como se dio, para sumar y ante un rival directo por la clasificación. Peñarol queda practicamente obligado a ganarle a los argentinos en el Campeón del Siglo.
Son muy malos los números del mirasol cuando sale por copas internacionales. Esta es la octava derrota consecutiva y ante rivales argentinos, como visitante, apenas cosechó un punto de los y últimos 27.
Wilmar Roldán fue, es y será un árbitro localista, de ninguna manera Peñarol perdió por él.
Una vergüenza que hayan sobrevendido entradas para los hinchas aurinegros y los ubiquen debajo de una tribuna local.
📸 Rosario Central