Es difícil mirar a los Pokémon en perspectiva. Se trata de un fenómeno reciente, que no alcanza, por empezar, a toda la población infantil sino a aquellos niños que pueden acceder a un celular inteligente. Aun así, la suerte de adicción que podemos avizorar es intensa para pequeños y adultos: en Estados Unidos ya hay padres que bautizaron a sus hijos con nombres de Pokémones y la industria alrededor del juego crece y no solo enfocada en los millennials. Por ejemplo, ya se inventaron unos championes que -en modo Bluetooth– vibran y emiten luces para alertar que estamos al borde de cazar a una de estas criaturas.

Y es solo el comienzo. Lo cierto es que, si el juego es imposible de soltar, todos los dispositivos alrededor del él generarán dependencia económica y una suerte de adicción en el comportamiento. Inevitable y digno de pensar como fenómenos social.

El registro visual atraviesa la subjetividad de los chicos en la actualidad y construye su marco de realidad, resignificando categorías de espacio y tiempo. Lo virtual y lo real comparten el mismo territorio. La vista interviene, el tacto también, mediado por la pantalla. Esto activa una sensibilidad, de por sí, diferente.

Su relación intuitiva con la tecnología –mejor que la de sus padres en muchos casos- invierte la jerarquía de conocimiento y les otorga a los chicos un status diferenciador. Según la consultora Trendsity, ellos “buscan que sus consumos puedan ser personalizables y les permitan la posibilidad de la co-creación de la realidad, de hacer oír su voz y participar. En cierto sentido, quieren plasmar en sus consumos la autonomía conseguida y la rápida capacidad de aprendizaje, también como manera de favorecer su reputación social entre pares”. Resumiendo: los niños se resisten a ser pasivos o menos consumidores que los adultos. Cuanto más tengo, más aprendo, más me destaco, mejor soy. ¿Cuán real es esta ecuación?

En muchos países, los organismos que regulan la educación instan a las sanciones a los alumnos por jugar en clase a Pokémon Go. Las recomendaciones televisivas abundan y en España,  hasta la Policía Nacional publicó un decálogo de recomendaciones para padres cuyos hijos juegan en realidad aumentada.Algunas recomendaciones que se están reiterando en los lugares donde este juego se ha instalado

pokemon go

1. Alertar a los chicos acerca de descargar la aplicación en tiendas oficiales para que no sean víctimas de posibles virus.

2. Estar atentos a los consumos de los chicos: muchos elementos extras del juego requieren un micropago o pagos con tarjeta de crédito.

3. Aconsejar siempre permanecer en el mundo real. Tener cuidado con cruces de calle, semáforos, autos, peatones y objetos que se interpongan en el camino.

4. Prevenir sobre las posibles sanciones por jugar en la escuela.

5. La app incluye un sistema de geolocalización, por lo que no es conveniente para los chicos permanecer solos o en lugares peligrosos, esta herramienta puede ser mal utilizada por cyber delincuentes.

6. Poner límites en relación al consumo de “accesorios” para el juego.

7. Acompañar a los chicos a pokelugares, no dejar que vayan solos. Respetar los espacios familiares de dispersión para compartir otro tipo de juegos.

8. Prevenir la posibilidad de adicción, para que el mundo no se achate ni se reduzca a la cacería virtual.