Mariela Marenco en su columna «El arte de trabajar» analizó los nuevos paradigmas del trabajo. Antes la posición era «primero el deber y después el placer». De allí que el trabajo no debería necesariamente ser placentero, sino sacrificado.

Hoy en día, lo que se plantea es que el trabajo no es un sacrificio. Puede hacerse un sacrificio (como por ejemplo madrugar) pero tiene que ser una tarea placentera. Si trabajamos con placer, estamos más dispuestos a esfuerzos extras.

Los más jóvenes ya ingresan al mercado laboral con estos principios, pero los mayores deben reinventarse.

Aquí la columna completa con Mariela: