Lugar a dudas, por Antonio Ladra.
Vamos a hablar de cine, de una película que está en la cartelera, El escándalo.
Esta película es sobre el fundador de la cadena Fox, Roger Ailes, quien convirtió la empresa en una organización tan poderosa que fue capaz de lograr que George W. Bush ocupara la Casa Blanca durante dos mandatos, y de ejercer de brazo mediático de Donald Trump.
Pero el tema no es ese, el asunto es que detrás del telón, Ailes se dedicaba a practicar el acoso sexual y a imponer una cultura que cosificaba a las mujeres.
Se puede ver en la película, pero también se pueden leer crónicas sobre el modo en qué trataba a sus empleadas: de forma grosera e irrespetuosa, les hacía comentarios sobre sus pechos o trataba de besarlas contra su voluntad. Se dice que en Fox News las mujeres temían quedarse a solas con él, pero nadie se atrevía a hablar; el sueldo era demasiado bueno.
Y así fue hasta que habló una mujer, Gretchen Carlson, ex Miss America, quien rechazó una y otra vez los avances de Ailes. “Si tú y yo hubiéramos tenido relaciones sexuales hace tiempo, a ti te habría ido mejor y a mí también”, le dijo su jefe poco antes de despedirla en el año 2016.
Tras el despido, la periodista puso una denuncia contra Ailes por abuso sexual y eso abrió la puerta a que otras mujeres, más de 20, hicieran lo mismo. Ailes negó todo, pero Rupert Murdoch, el magnate dueño de la cadena lo conminó a renunciar. En su carta de renuncia, Ailes no dio señales de creer que hubiera hecho nada malo, para él era normal.
En octubre pasado, ya en plena recta final para la primera vuelta de las elecciones nacionales, aquí en nuestro país, se viralizaron un par de audios donde el intendente de Colonia, el nacionalista Carlos Moreira, planteaba mantener relaciones sexuales a una mujer, que resultó ser una edila nacionalista del sector de Luis Lacalle Pou, a cambio de renovar unas pasantías en la Intendencia y con quien había mantenido un vínculo amoroso de ocho meses que no fue “ni formal ni público”.
Este episodio, totalmente inesperado, obligó a la dirigencia blanca a tomar algunas decisiones. Primero Jorge Larrañaga lo expulsó de su sector. Luego, cuando se disponía a hacer lo propio el Directorio del Partido Nacional, Moreira renunció a su partido.
Antes la Comisión de Ética del Partido Nacional había sugerido al directorio la «censura» de Moreira. Cuando Moreira fue recibido por la Comisión Ética para efectuar los descargos, “reconoció la autoría de una de las dos conversaciones viralizadas, justamente en la que se verifica el pedido de extensión de una pasantía».
Es cuando Moreira se niega a extender la pasantía, pero termina afirmando: “Salvo que me vengas a convencer a mí, personalmente”.
En la carta renuncia de Moreira, al igual que Ailes, no hay un pelo de arrepentimiento o vergüenza; el intendente de Colonia renunció al Senado de la República, pero ahora va por la comuna con el apoyo de sus seguidores, seguramente muchos de ellos receptores de los favores políticos del intendente y el apoyo, es cierto, de la mayoría de los votantes blancos del departamento. En la víspera fue proclamado candidato.
Ayer en el correr de la tarde, antes de ser proclamado, la Televisión Pública reveló que la Fiscalía de Colonia archivó la investigación de oficio contra Moreira porque no se comprobaron ninguno de los tres delitos por los que había sido acusado el intendente: cohecho, concusión y abuso innonimado de funciones y además porque los audios «fueron adulterados». Moreira, sin embargo, en una apurada conferencia de prensa el día que se conocieron los audios reconoció que allí estaba su voz.
Ahora tras esa decisión de la fiscalía Moreira se apresta pedir el reingreso al Partido Nacional porque, dice, ha quedado claro que no hubo delito alguno. El dictamen fiscal descartó asimismo que haya habido acoso sexual y abuso de funciones del intendente.
Con estos elementos arriba de la mesa veremos que hará el directorio del Partido Nacional ya que tiene la potestad de avalar o no la candidatura de Moreira.
Ayer primaba la postura de no tomar posición alguna en el entendido de que hay que respetar la autonomía de los blancos de Colonia aunque según le dijo a la diaria la presidenta del Directorio, Beatriz Argimón que la decisión de la fiscal no cambia su opinión sobre este asunto. Argimón había dicho cuando se conocieron los audios que no había lugar para Moreira en el partido.
Es que no todo vale para sumar votos. Este es, sin duda, un tema ético y es buena cosa que los partidos políticos traten de dar el ejemplo de cómo manejan los problemas éticos. No será un delito, pero sí es un tema ético.
En el caso Moreira hay dos líneas o planos para analizar: uno en lo que tiene que ver con lo estrictamente personal y otro donde se explicita un accionar político donde Moreira y su interlocutora son parte de ese engranaje: politiquería barata y de la peor.
Pero lo peor de los audios es todo lo que no dicen, pero sugieren, la explotación de los más humildes y el tráfico de influencias con dineros públicos con el uso impune del aparato estatal, en este caso de la intendencia de Colonia.
Los audios revelaron el clientelismo en su máxima expresión.
En octubre de 2017 surgió el “Me Too” (Yo también) para denunciar la agresión y el acoso sexual a raíz de las acusaciones de abuso contra el productor de cine y ejecutivo estadounidense Harvey Weinstein. El Me Too provocó el debate sobre el acoso y el abuso sexual en la industria de la música, en la academia y también en la política.
En la actualidad los escándalos sexuales suelen ser bastante importantes y, en la política tienen sus consecuencias ya que el poder no goza de la privacidad de otros tiempos. El más sonado de los casos fue el que tuvo al expresidente de Estados Unidos Bill Clinton como protagonista.
Y si bien en el caso Moreira no se plantea un escenario similar al que dio lugar al Me Too, sino que sale a la luz pública por luchas de poder dentro del Partido Nacional en Colonia, deja expuesto o sugerido que debe haber muchas mujeres que por temor o por necesidad, no denuncian casos de abuso sexual o prácticas de cambio de favores sexuales por trabajo.
El Me Too ha tenido implicancias muy fuertes en todo el mundo y Uruguay no escapa de eso. Ya hubo graves denuncias de una docente de matemáticas contra las autoridades de la Facultad de Ingeniería a raíz del acoso sexual que sufrió ella y que derivó luego en su esposo, también matemático. En la política uruguaya deben ser legiones las mujeres que sufrieron o son víctimas de acoso.
El episodio Moreira abre las puertas para que se conozcan esos casos, solo hace falta que aparezca la Gretchen Carlson uruguaya para destapar estos manejos en la política uruguaya.
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