El homenaje de Antonio Ladra al referente de la izquierda en Uruguay, Guillermo Chifflet.

A Guillermo Chifflet solo lo conocí socialmente, y en mi trabajo periodístico, no mucho más que eso. No tuve una relación como la tuvieron otros colegas y algunos políticos, sin embargo, siempre lo sentí muy cercano porque viste que tenía cara de bueno.

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Se lo conocía como el Flaco, otros le decían Yuyo; Guillermo Chifflet nació el 15 de setiembre de 1926, hijo de un odontólogo de origen francés, proveniente de Saboya, y de una hija de italianos del lago de Como. Desde muy joven ingresó a las filas del Partido Socialista, siendo compañero de militancia de dirigentes históricos como Reinaldo Gargano y José Díaz, e incluso de quien después fuera fundador del MLN, Raúl Sendic. Fue fundador del Frente Amplio en 1971. Periodista de profesión, escribió en El Sol, en Hechos, luego en Marcha, más adelante en Época en Convicción y por último en Brecha. Chifflet o Yuyo, como lo conocen sus amigos, fue electo diputado titular en 1989, siendo reelecto en 1994, 1999 y 2004. Renunció a su banca, en diciembre de 2005, por discrepancias con la decisión del primer gobierno frenteamplista de continuar con las misiones militares en Haití.

“No puedo votar esto que va en contra de las convicciones más hondas de mi conciencia. Para cumplir con mis compañeros, renuncio a la Cámara. Renuncio. Quiero respetar la voluntad de la mayoría, pero también estar tranquilo con mi conciencia. Como diputado, fueron las últimas palabras de Guillermo Chifflet. Era el 1º. de diciembre de 2005.
Durante la dictadura Chifflet trabajó en publicidad. Al respecto hay una jugosa anécdota que recogió en su blog Crónicas Migrantes el periodista Armando Olveira. Una tarde de 1976, cuando arreciaba la represión dictatorial, dos jóvenes llegaban a la agencia Ferrero y Ricagni para reunirse con uno de sus creativos. No era por una campaña publicitaria, ni para solicitarle trabajo o un consejo profesional. Ellos fueron a su encuentro para entregarle un documento político del proscrito Partido Socialista del Uruguay. La misión fue cumplida con exitoso secreto y el redactor guardó el documento doblado, en una media. La anécdota suele ser contada por Juan Carlos Ferrero y Carlos Ricagni, y reconocida por su protagonista, Guillermo Chifflet, el intelectual admirado, el político principista.

“Fue absolutamente cierto. Venían los compañeros a la agencia con documentos políticos para fotocopiar, en plena dictadura. Ambos hacían la vista gorda a mis aventuras de resistente. Juan Carlos es un tipo sensible y un gran creativo. Carlos es un ser generoso y un gran caballero. Nunca se los pregunté, pero creo que se daban cuenta de que era un fin noble: mantener viva la llama de la democracia”.

En noviembre de 1983 surgió el semanario Convicción con la dirección del periodista hoy fallecido Enrique Alonso Fernández y sustentada en tres patas políticas: Víctor Vaillant por la Corriente Batllista Independiente, Jorge Lorenzo por el Partido Comunista y Ernesto De los Campos por el Partido Socialista. Alonso trabajaba en el diario El Día y había sido integrante del núcleo fundador del suplemento político La Semana, que pronto cobró vida propia. Fue Guillermo Chifflet quien llevó a Alonso Fernández para que dirigiera periodísticamente el semanario Convicción. Alonso, a su vez, convocó a otros periodistas entre otros Roger Rodríguez, Claudio Paolillo, Carmen Tornaría, Alexis Jano Ros y Hugo Alfaro. Convicción fue una experiencia periodística única, pero también una herramienta que ayudó a recrear los sindicatos, aún bajo dictadura y al amparo de la ley de asociaciones profesionales. Fue clausurado en mayo de 1984.

Entre su trabajo en la agencia de publicidad y su militancia clandestina anduvo la vida de Chifflet. Es que a pesar de ser un hombre muy conocido mantuvo su militancia. Por ejemplo, Ernesto de los campos, dirigente socialista quien falleciera el 6 de abril de 2003 recordó en una entrevista con Roger Rodríguez y que fuera publicada tres años después de su fallecimiento en el diario La República que su contacto en el trabajo clandestino fue Chifflet.

Pero si Chifflet fue un referente para gran parte de la izquierda, también lo fue para el actual presidente Luis Lacalle Pou. En el libro de Esteban Leonis un Rebelde camino la presidencia Lacalle habla de la relación con Chifflet.
“Siempre tuve una atracción especial por acercarme a quien piensa distinto que yo, a quien está en las antípodas. La vida me ha permitido conocer mucha gente que piensa totalmente distinto que yo (…) pero por lo menos le tengo lazos de afectos y a mí me parece que en la actividad política la capacidad de tener lazos afectivos y respeto intelectual con tipos tan distintos, nos hace mejores. Siempre digo que necesito competidores políticos inteligentes, genuinos, que digan la verdad, que vivan como predican, porque necesito el respeto en la contraposición. Creo que es vital para una sociedad. En Guillermo Chifflet encontré un tipo muy solidario”, reveló.
“Cuando él renuncia a la cámara de diputados me agarré una calentura que le escribí una carta de puño y letra. Le dije: usted no se puede ir, quien abandona un puesto de lucha es corresponsable de los fracasos”, contó.
La admiración y respeto por su adversario político lo llevó también a visitarlo años atrás y a contar una particular anécdota. “Lo fui a ver y Julia Amoretti -su mujer- saca de una cómoda y me dicen esto lo guardamos con mucho afecto y sacó un dibujo de mi viejo (Lacalle Herrera) y la carta que yo le había escrito. Él nunca más pisó el Palacio Legislativo, nunca más pisó la cámara hasta el día que yo asumí como presidente de la cámara de diputados” dijo y recordó que él personalmente lo llamó para pedirle que estuviera presente el día que asumía como presidente de la cámara baja” en el año 2011.

Chifflet fue también el ejemplo que nombró Daniel Martínez en mi libro La carrera del ingeniero. Lo puso como uno de los sostenes que tuvo cuando estuvo por fuera la militancia y elogió la coherencia y la honestidad intelectual de su compañero de partido, al que definió como “un romántico de izquierda”. Fue Martínez quien me reveló que muchas veces coincidieron los días 15 de setiembre con Lacalle Pou cuando iban a saludarlo al hogar de ancianos donde pasó sus últimos días.

Lacalle me explico cómo fue el acercamiento con Chifflet, cuando el necesitó su auxilio para una madre, correligionaria, que se le había acercado a su despacho para que el en ese entonces joven diputado la ayudara con su hijo preso en la cárcel de Canelones y que necesitaba auxilio médico.

Yo era un recién llegado al parlamento y no conocía mucho y esta señora de Cerrillos me pidió ayuda, entonces recordé que Chifflet había hablado de las condiciones de los presos en a las cárceles y le pedí una audiencia. Que es lo que desea joven legislador, me pregunto. Lo puse al tanto y Chifflet se movió y le solucionamos el problema a la señora. A partir de ahí se estableció un lazo afectivo, me dijo Lacalle.

Del otro lado del teléfono escuche la anécdota conmovido y solo atine a decirle que esas son cosas que deberían hacerlas conocer más, para que la gente sepa…
Que desde la izquierda muchos lo consideren un guía, un faro, pero también ocurra lo mismo desde las antípodas, como es el caso del presidente Lacalle, habla bien de Chifflet, habla de que su paso por la tierra no fue en vano, que esos 93 años dejaron una huella profunda.

Foto: Fundación Mario Benedetti