Por Antonio Ladra.

No hubo chistes.

No hubo sonrisas.

No se nombró al GACH, ni a la comunidad científica.

La imagen, la postura, la impostación de la voz en la conferencia de prensa que dio ayer el presidente Lacalle mostró en toda su dimensión la gravedad del momento que pasa el país a raíz de la pandemia de coronavirus. Estamos en una situación catastrófica, el avance de la epidemia parece ser imparable. La mutación brasileña del virus está ya entre nosotros.

No estuvo cómodo, el presidente. Recordó lo que pasaba hace un año y remarcó su latiguillo: Para adelante todo lo posible; para atrás todo lo necesario …

Se dieron a conocer nuevas medidas para frenar el avance de la pandemia y otra vez tuvo gusto a poco. Se esperaba más, incluso muchos ministros esperaban más. Pero por lo menos algo es algo, aunque llegue tarde, pero más vale tarde que nunca.

La adopción de estas medidas era algo inevitable y el presidente las tuvo que tomar sin mucho calor, se le notaba en sus palabras.

Otra vez puso sobre la mesa el concepto de libertad y deja gran parte de la responsabilidad de frenar la pandemia en manos de la gente, que actuará en consonancia con esa libertad que pregona el mandatario.

Faltan políticas publicas activas para enfrentar la pandemia.

La intervención estatal es clave, no lo dice un socialista, lo dice el BID en su documento “Políticas sociales en respuesta al coronavirus”. El esfuerzo económico del gobierno para hacer frente a la pandemia no quedó claro, pero algunas voces asumen que será algo parecido a 20 millones de dólares. Parece poco. Se le pide otra vez un esfuerzo al sector público, la vez anterior recaudo 8 millones de dólares por ese concepto, pero no se dice nada del gran capital, del sector privado. Hay un desbalance. Pero ayer pareció que el “para atrás todo lo necesario no lo fue tanto”. Y esto va también para la Intendencia de Montevideo, que sigue cobrando los impuestos sin dar respiro alguno al contribuyente.

Las medidas son conocidas: (ya se habló de ellas aquí, no me voy a extender)

(cierre de oficinas públicas hasta el 12 de abril, a excepción de los servicios imprescindibles; subsidio por enfermedad a los mayores de 65 años en el sector privado; reinstalación del tributo especial COVID-19 a los sueldos públicos en las mismas condiciones establecidas el año pasado, durante dos meses. La recaudación se destinará a las actividades que serán perjudicadas por la reducción de la movilidad.

Además, se suspenderá la presencialidad en todos los niveles educativos hasta finalizada la Semana de Turismo. El retorno se realizará de forma progresiva y comenzará por la educación inicial.

También se dispuso el cierre de clubes, gimnasios y prácticas de deporte amateur hasta el 12 de abril. Se suspenden los espectáculos públicos hasta esa fecha. Asimismo, se decidió el cierre de los free shop en la frontera hasta ese día. Se dispersarán las aglomeraciones y se aplicará la ley correspondiente. Será remitido un proyecto de ley para que los salarios de quienes se vacunen no sean afectados por la concurrencia a un centro de inoculación. En forma coordinada con los intendentes de Salto y Paysandú, se cerrarán los complejos termales en esta semana de vacaciones.

En los bares y restaurantes, se mantiene el aforo vigente y se dispondrá el cierre a la medianoche. Las fiestas y eventos sociales quedan suspendidos hasta el 12 de abril.

Me quiero detener en dos medidas en particular que afectarán dos aspectos medulares de la vida: la educación y la cultura.

Sobre la educación solo recordar a Rafael Radi, coordinador del GACH diciendo: “Lo primero que se abre son las escuelas y lo último que se cierra son las escuelas”. Fue hace poco, el 21 de enero.

De todos modos y a pesar de que la presencialidad es insustituible, estos tiempos pandémicos necesitaban de un «parate», pero el regreso a las aulas depende del gobierno y de cada uruguayo, aunque pareció ser algo improvisado. A esta hora se conoce el caso de los comedores que han dado cuenta ustedes.

Sobre la cultura: a lo ya bastante incomprensible lo que hizo la IM con el cierre de las salas y museos, se suma ahora todo lo que está bajo la órbita del Ministerio de Educación y Cultura.

En España el slogan de los creadores artísticos para mantener sus teatros, óperas, cines y museos abiertos es “La cultura es segura” y ello fue tomado por todos los europeos.

Aquí en Uruguay no hubo en este tiempo ningún brote que haya surgido de un teatro, o de un cine, pero sí puede estar abierto un centro comercial donde hay circulación de la gente. Incomprensible.

Aquí en Uruguay, también “La cultura es segura y de primera necesidad”.

Para finalizar, de todos modos, creo que en este momento tan delicado hay que procurar encontrar coincidencias, lo dijo y lo demandó ayer la diputada Cristina Lustemberg. Si se insiste en generar divisiones, ello contribuye a que nada se tome en serio y hoy, por ejemplo, lo serio pasa entre otras cosas por #quedatentuburbuja.

El peligro es que cada uno se quede en la burbuja y desde esa burbuja se tiren piedras y eso es lo que está pasando, me parece.

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Foto Dante Fernandez / FocoUy