Por Antonio Ladra.

Javier Milei el líder de “La Libertad Avanza” no tiene pelos en la lengua para referirse al sistema político argentino. Para él todos son tibias palomas o zurdos encubiertos, hasta Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires del sector macrista: «¿Sabes qué? A un liberal no le puedes lustrar ni los zapatos, sorete. Te puedo aplastar aún en silla de ruedas», le dijo en un acto público.

No fue una alusión, como se suele usar en el sistema político, sino que fue directo, muy directo.

Milei se transformó en el nuevo fenómeno de la política argentina al quedar tercero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tras las elecciones del domingo pasado en Argentina.

Milei, de cabellera frondosa y revuelta, símil peluca, pero no lo es, de perfil alto en los medios por su estilo histriónico, y polémico, fue un invitado permanente a todos los programas. Así, al llegar a los 50 años este economista que hizo carrera en los medios con discusiones escandalosas, suelto de lengua, probó suerte en la política siendo su primera incursión la de este domingo pasado en las PASO.

Ex arquero de fútbol y ex integrante de una banda de heavy metal este predicador del neoliberalismo extremo se convirtió en un fenómeno electoral.

Su grito de guerra es presentarse como un ariete contra la «casta política». Curiosamente el mismo eslogan usado en España por Pablo Iglesias y su partido Podemos, las antípodas de Milei y los libertarios. Con su posicionamiento antisistema, logró captar a los desencantados con la política.

¿Puede, acaso, surgir un Milei en Uruguay?

Quizás ya hubo uno, a la uruguaya y sin el peso del argentino, aunque con pesos, que fue Edgardo Novick.

Novick irrumpió en la escena política uruguaya en el año 2015 como uno de los tres candidatos a la Intendencia de Montevideo por el Partido de la Concertación. Novick fue el tercer candidato de la Concertación, el independiente de la alianza conformada entre blancos y colorados que surgió en Montevideo con el objetivo de arrebatarle el poder al Frente Amplio, y se convirtió en la sorpresa electoral.

Blancos y colorados quedaron relegados por el candidato independiente, un empresario que salió de su zona de confort – es una de las mayores fortunas del Uruguay, según el libro de Fernando Amado El Club de los millones – y que se lanzó a la política.

Al igual que Milei, Novick vio en el presidente de Brasil Jair Bolsonaro un espejo donde mirarse. Todos recordamos aquel video auto filmado por Novick en la noche del triunfo de Bolsonaro en las elecciones de Brasil en ese momento dueño y candidato del Partido de la Gente festejando alborozado en la frontera de Rivera y Santana do Livramento

Novick quiso desmarcarse de lo tradicional de la política, de todo registro ideológico, impugnando a los políticos y a la política misma, todo a golpe de billetera, pero a diferencia de Milei y a pesar de varios Media Training, no llegó a alcanzar la verborragia del argentino.

Novick fracasó y abandonó de la política o la política lo abandonó a él. Milei, en cambio, ha logrado un muy buen registro.

En Argentina se premia el show, pero en Uruguay, cuando Novick fue con pitos y matracas a la frontera cruzó también una frontera invisible, más bien ética, que afecta la sensibilidad del uruguayo medio, esas mayorías silenciosas que no ven con buenos ojos los escándalos mediáticos.

Aquí, en Uruguay, eso se castiga. Es la diferencia entre Uruguay y Argentina, por ahora…

Escuche «Lugar a Dudas» por Antonio Ladra en Punto de Encuentro

 

Foto: Cedoc