El 8 de abril de 1994, un electricista llamado Gary Smith tocó el timbre de una mansión en la ciudad de Seattle, Estados Unidos, ubicada cerca de la costa de la ciudad, pero rodeada de arbustos y árboles que daban la sensación de ser una casa en medio del bosque.
El hombre había sido contratado para instalar unas luces y unas alarmas, pero ese día nadie le abrió la puerta. Parecía que no había nadie en la casa.
Gary Smith empezó a trabajar en la parte exterior para no perder el tiempo hasta que le pareció ver dónde estaba el dueño y por qué no atendió cuando él tocó el timbre.
Tirado en el piso con una escopeta en el pecho, inyecciones en ambos brazos y una caja de cigarros llena de droga, el electricista encontró al cantante y líder de la banda estadounidense Nirvana, Kurt Cobain.
Nirvana era la banda del momento, había superado a artistas como Michael Jackson y a los Guns and Roses en los listados de álbumes de Billboard algunos años atrás.
La banda había sacado su tercer álbum, In Utero, y habían realizado el recordado MTV Unplugged en Nueva York. Aun así, más allá del ascenso musical que había logrado Nirvana, Cobain venía en caída libre desde bastante antes del 5 de abril de 1994, el día que decidió suicidarse.
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Foto: Retro