En la columna “Permiso para el Tablado”, Felipe Fernández, realizó un repaso de los mensajes de algunas murgas hacia el Frente Amplio (FA), en el entendido que carnaval a carnaval, una de las críticas que se escucha es: “Las murgas son todas de izquierda ” o “las murgas le hacen el juego al Frente Amplio”.

Es interesante pensar el lugar desde el que las murgas han criticado al Frente Amplio, porque lo primero a desterrar es la idea que no se critica al FA, podremos discutir la cantidad y la calidad de la crítica, pero que la hay, la hay.

Un Título Viejo en 2020 le daba un repaso a la campaña del FA y también al último gobierno de Tabaré Vázquez. Pero también la murga dejaba clara su línea editorial al final: “Todo eso fuimos, todos eso somos, no se va nadie, estamos todos, la lucha de uno es la de todos”.

Podemos empezar a explicar el lugar ideológico desde la estadística, el concurso de Carnaval es, con honrosas excepciones, un fenómeno capitalino. Eso quiere decir, y perdón que suene obvio, que la inmensa mayoría de quienes participan en Carnaval viven en Montevideo. Y en Montevideo, si nos guiamos por las últimas dos elecciones, un poquito más del 50% votaron al Frente Amplio. Y si nos ponemos más finos, es verdad que los murguistas actualmente son clase media, pero siguen siendo trabajadores asalariados en su inmensa mayoría. Entonces no hay mucha vuelta que darle, un fenómeno cultural dentro de una ciudad mayoritariamente de izquierda conformado por trabajadores. Por eso suena natural que muchas veces la murga critique al Frente Amplio asumiendo votante del FA.

Pensemos por qué se da esta situación, por un lado, hay una presencia fuerte del Frente Amplio en el Carnaval, en su organización, en su apoyo, en su difusión. Eso lo hace a través de la intendencia y también lo hizo a través de las empresas estatales cuando fue gobierno. El asunto que esa presencia también se combina con una fuerte ausencia de los partidos tradicionales, lo decía el diputado Álvaro Viviano del Partido Nacional en una nota de La Diaria hace un par de carnavales: “Hay un descuido de los partidos tradicionales de una expresión cultural que refleja lo que cotidianamente piensa la sociedad”, y también hay “cierta aversión por vincularse” al carnaval.

Un ejemplo más, Tabaré Vázquez siempre estuvo muy vinculado al Carnaval, desde su niñez hasta sus dos presidencias pasando por su época de intendente. Eso no lo eximió de recibir muchísimas críticas en el 2014 una vez confirmada su postulación. Para mi la más fuerte fue la de La Gran Siete, en aquel entonces Tabaré dijo que su candidatura estaba atada a “las circunstancias y a la biología”.

En esa misma nota de La Diaria, también aparece Felipe Schipani, diputado colorado, e introduce una visión de filosofía política del asunto, primero recuerda que los carnavales antes de los 70 eran muy colorados, pone de ejemplo a Los Saltimbanquis que los ubica en una visión batllista de la sociedad:

“La diferencia ha radicado en que desde la concepción liberal batllista no había un mandato a intervenir, a tratar de hacer de ese fenómeno cultural un medio para transmitir ideología, para que sea polea de transmisión, a diferencia del marxismo, que sí está convencido de que tiene que ser la cultura un ámbito para bajar línea política, generar conciencia social y política. Hay cuestiones ideológicas”.

Es interesante el planteo, primero porque me gustaría mucho pensar nombres de conjuntos Marxistas como Una de Karl y otra de arena, Karibe con Karl o Los Alienados de Momo.

La cuestión es que Schipani se refiere a algo que surgió posterior a Marx, porque el pensar el marxismo desde la cultura es algo que apareció con Gramsci, fundador del partido comunista italiano, reconocido teórico marxista encarcelado por el régimen de Mussolini. Para Marx el “modo de producción determina el modo de vida”, pero para el bueno de Antonio “cambiando el discurso se cambia la realidad” y se hacer la revolución a través de las ideas.

 

Foto archivo: Metele que son pasteles