Gabriel Rolón tiene la capacidad de transformar lo que suena complejo en algo sencillo, tanto que lo hace parecer obvio. El psicólogo y escritor argentino pasó por los micrófonos de Jarana para hablar de «pasiones» entre otras cosas y nos dio lo más preciado para él: su tiempo.

El precio de la pasión

«En la vida todo tiene un precio. Los seres humanos tenemos la posibilidad maravillosa de decidir y cada decisión tiene aparejada un costo. Salís con una persona en vez de salir con otra, o si te vas a vivir a Punta del Este y no a Montevideo… Cuando lo que entra en juego son las pasiones ese precio suele ser mucho más alto o peligroso. Hay que tener cuidado cuando elegimos a qué pasiones le damos lugar en nuestra vida y a cuáles no».

«Las adicciones le han dado cabida a pasiones que terminan destruyendo una vida. Hay otras pasiones que tienen un impulso, que te empujan a ir en busca de lo que vos deseás. Cuando sobre la pasión se monta un deseo y ese deseo tiene que ver con algo en lo que se juega tu vocación, tus ansias, tus tus anhelo, tus sueños, esa pasión es maravillosa».

«No es sencillo vivir una pasión. Tenés que animarte a caminar en zonas riesgosas. Si perdés algo que no te importa mucho te duele poco, pero si perdés una pasión vos sabés que duele mucho. Hay que estar dispuesto a enfrentar la vida con una mirada distinta cuando querés vivir apasionado, para bien o para mal, para saber cuándo tu pie se apoya sobre la pasión de vivir y cuándo tus pies se apoyan en una pasión destructiva, como quedarte enganchado con un amor que no te ama más. Si no renunciás a esa pasión, te quedás melancólico, encerrado, no salís, te llenás de soledad y de enojo.

Diferencias entre pasión y deseo

«La pasión es mucho más amplia que el deseo. La pasión te puede ligar a cuestiones muy destructivas. Cuando hablamos de deseo se juega la parte sana y vital de la pasión, es lo que te recorre y te empuja para ir en busca de lo que soñás, de lo que querés, te sostiene ante la adversidad… El deseo es la energía noble de la pasión, pero hay otras energías».

«Si tu pasión te lleva a dejar la abogacía para tocar la guitarra te voy a decir que te volviste loco, te arruinaste la vida. Te voy a decir que podías tener un futuro hermoso y ahora estás tocando en los bares por un pancho, pero para vos sí tiene sentido, porque sos mucho más feliz ahora de lo que eras antes. Lejos de lo positivo o negativo de la mirada de los demás, el deseo te empuja a ir en busca de aquello en lo que en algún momento y si tuviste suerte te va a hacer feliz. La pasión es más amplia porque tiene el otro costado, la otra energía que te empuja a destruirte, a flagelarte, a quedarte enganchado en relaciones que no estiman y en un montón de cosas que te van a hacer mal».

Las pasiones más peligrosas

«Yo puse como ejemplo las adicciones porque es una enfermedad, una patología, donde la pasión que recorre alguien le arruina la vida para siempre. Los fanatismos son pasiones peligrosas, uno es capaz de pegarle una pedrada a otro tipo porque es de otro club de fútbol. Ustedes los uruguayos son más moderados que los argentinos pero en la política, el fanatismo apasionado, genera una división casi que de odio… Familias que no pueden reunirse, amigos que dejan de verse… Yo te diría que cuando algo se desmesura tiende a enfermarse, todo lo que está demás lastima. Ese es el costado peligroso, hay veces en los que ir por más placer es más dolor».

Exceso de comunicación

«El ser humano se va adaptando a su época. La cultura genera enfermedades como la bulimia y la anorexia en una época en la que la modelo era una mujer delgadísima. Antes vos escribías una carta y tenías que bancar la ansiedad de saber si te respondían… ¿Ya la habrá recibido? Bueno, en el correo me dijeron 3 días y tenías que esperar. Ahora mandaste un mail y si en una hora no te respondieron te preguntás por qué no te responde».


«La tecnología tiene cosas maravillosas. Tus abuelos vinieron de Europa y por ahí a la familia no la vieron más. Capaz que por 6 meses u 8 meses no sabían si estaban vivos o muertos. Hoy llegás, prendés el Skype, le mostrás la habitación y cómo está la abuela. Como todo tiene un precio, el precio de esa maravilla es que convirtió nuestra vida en una eterna lucha por la inmediatez, todo lo queremos ya y perdimos la posibilidad de esperar, la paciencia… Perdimos hasta la comunicación real».


«A veces los pacientes me cuentan que discutieron toda la noche con su pareja, cada uno de su casa pero no hablaron. Fueron 6 horas de intercambio por Whatsapp. ¿En qué momento nos deshumanizamos tanto? Podés realizar una llamada, decir «hablemos», pero no porque ese contacto humano, más real y cuerpo a cuerpo se va complicando. La tecnología nos hace correr el riesgo de apasionarnos con cosas, hoy hay adicción a los jueguitos».


«Antes con una pelota jugábamos 25 y ahora 25 chicos necesitan 25 máquinas, cada uno está en su mundo, juegan y creen que tienen amigos que no tienen. ¿En las redes tengo 400.000 amigos? Mentira, tengo 400.000 seguidores en Instagram pero ninguno de ellos se levantaría a las cuatro de la mañana a darme un abrazo porque estoy llorando. Todo tiende como a confundirse y es importante tener la mente clara».

El tiempo y la vida

«Lo único que tenemos es lo que hagamos en este breve tiempo, en esta breve existencia que nos toca entre dos grandes inexistencias. Nada éramos antes de nacer, no estábamos en ningún lado y en ningún lado vamos a estar cuando nos muéramos. Son dos grandes inexistencias que fueron interrumpidas por unos pocos años a la luz del tiempo universal y sé que no puedo desperdiciar mi tiempo, es lo único que tengo. Por eso es que digo que quien juega con mi tiempo juega con mi vida».


«El tiempo es lo más importante y es a lo que menos valor le damos a veces. Cuando uno es joven se piensa que la vida es un cuaderno en blanco, escribe con letra grande, cancherea, deja dobles espacios, escribe de un lado solo de la hoja… Y a medida que va pasando el tiempo te das cuenta de que te quedan tan poquitas hojas, empezás a escribir apretadito en el margen, achicás las palabras. Caes en la cuenta de que no tenés todo el tiempo del mundo para decirle a alguien que lo amás, para pedir perdón, para jugarte por tus sueños… Entonces quien juega con tu tiempo te está quitando lo que necesitás para construir tu destino».


«Si alguien te cita a las dos y llega a las cuatro, desconfiá. Te puede pasar algo pero cuando alguien lo hace sistemáticamente no. No jugués con mi tiempo. Yo decido. Ahora parece una tontería pero cuando yo te diga que dentro de tres minutos te morís, ¿cuánto darías por tener esa hora que alguien te quitó sentado en un café esperando inútilmente?».