Por Antonio Ladra.
No hay palabra que uno no cruce con otro, ya sea en la calle, en el almacén o en cualquier lugar por donde nos desplacemos, donde no se hable, indefectiblemente de la pandemia.
Y ya no es aquella pregunta de un año atrás: ¿vos conoces a alguien que haya tenido Covid?
Ahora en cambio, en general, es yo tuve covid o mi hermana o mi hijo o estuve encuarentenado, etc. Y si hablamos de preguntas, la más común es ¿te vacunaste?
Si seguimos la conversación esta puede continuar por el lado de despejar incognitas que nadie ha podido, salvo algún guru responder: ¿hasta cuando seguirá esto?
La incertidumbre nos golpea diariamente.
O la conversación deviene en cómo salir de un país devastado, ya con 100 mil pobres mas en pocos meses.
No hay muchas ideas en la vuelta.
Una es dejar que todo siga su curso, con apenas un retoque, una ayuda por aquí y otra por allá, pero cosas tibias y la otra es el uso de la libertad responsable, con un aderezo de ingeniosas frases hechas: blindemos abril, la apelación del momento. Y abril ya entra en la segunda semana y hace más agua que el Titanic, así que de blindado nada o muy poco.
Esta pandemia ha dado vuelta las apreciaciones sobre qué hacer, es como cuando violan a una mujer y hay quien la responsabiliza del episodio porque usaba una pollera corta.
Cuando alguien sin ingresos fijos sale a hacer el peso y se contagia se lo señala como responsable por no haberse quedado en casa, por no haber ejercido la «libertad responsable». Si son vendedores ambulantes, sin ingresos fijos ni ayuda alguna del Estado y se contagian, muchos responsabilizan a las víctimas del virus por no haberse quedado en sus casas.
Si las sociedades científicas y el GACH piden más medidas preventivas para contener la propagación de virus, desde el gobierno no se les responde, y se sigue delegando en los ciudadanos comunes la casi exclusiva responsabilidad en evitar los contagios.
En las últimas horas hubo, en medio de tanta noticia terrible una que da un poco de optimismo, una luz en medio de tanta oscuridad, algo muy pequeño a nivel político.
En el Parlamento la coalición de gobierno accedió al pedido reiterado del Frente Amplio de crear una comisión especial sobre COVID-19 a nivel parlamentario.
Es apenas una comisión, se podrá decir y muchas veces ya sabemos que esas comisiones solo terminan en nada. Ojala me equivoque.
Ya en la misma conformación de la comisión las críticas y pases de factura al presidente Lacalle Pou no cesaron del lado del Frente Amplio, incluso hasta por fuera de ese ámbito un diputado del sector de Sendic, la lista 711, más bien de medio pelo, poco empático con sus colegas, pareció querer dinamitar ese frágil puente al pedir la renuncia del ministro Salinas. Lo hizo sin apoyo institucional de su partido, solo para obtener minutos de aire. Del otro lado de la coalición multicolor solo basta escuchar los dichos de la senadora Bianchi, una eterna provocadora, así como el senador suplente Da Silva que disputa ese espacio con la senadora.
El combate a la pandemia nos tendría que hacer mejores personas, no peores e insensibles, y, como en todos los órdenes, el primer ejemplo debe provenir de quienes han recibido la confianza de la ciudadanía para gobernar: legisladores y gobierno. Todos debemos cuidarnos y contribuir a la prevención, pero en primer lugar el gobierno, el Poder Legislativo, por responsabilidad, por sensibilidad, y porque es quien puede y debe gestionar los recursos humanos y materiales de todos los uruguayos.
Escuche «Lugar a Dudas» por Antonio Ladra en Punto de Encuentro
Foto: Dante Fernadnez / FocoUy