No me imagino este espacio de “pongamos pienso” sin referirnos al acontecimiento casi genético en casi todos los uruguayos que ocurrirá desde la próxima semana en Catar, sobre todo porque nuestra camiseta celeste va una vez más de 4 consecutivas en busca de logros y méritos.
Desde nuestro espacio vamos a acompañar a nuestra selección haciendo algunas columnas sobre la Ciencia en el Deporte. Lo estamos haciendo, además, desde una radio líder en fútbol y en transmisiones de fútbol, liderada por el inconfundible Alberto Kesman….por todo eso lo hacemos con más gusto aún.
Primero digamos que un deporte en general, es la manifestación más clara y evidente de la relación entre tres ciencias la física, la química y la biología, porque se muestran y se demuestran todas las destrezas mecánicas del cuerpo humano como máquina biológica que además es capaz de generar energía propia para realizar y mantener sus movimientos. En ningún deporte hay éxito sin esfuerzo del deportista.
En un Campeonato Mundial de Futbol todo es movimiento, y los movimientos están gobernados por las Leyes de la Física, en particular las viejas y conocidas Leyes de Newton, que aprendimos en el liceo.
Para ayudar a nuestros oyentes a comprender mejor esta biomecánica que somos, no está mal que comparemos nuestros cuerpos con un coche, que también es un montaje mecánico, que transforma la energía contenida en su combustible (nafta, gasoil, gas, alcohol) en movimiento.
A nuestra máquina corporal, la energía la proporcionarán los alimentos formados por azúcares, proteínas y grasas, que es nuestro combustible (literalmente dicho). La obtención de la energía se realiza “quemando” esos alimentos básicos con ayuda del oxígeno que capturamos al respirar (de allí la importancia de una buena respiración o ventilación, para hacer deporte). Esa reacción tiene lugar en nuestros músculos, en cada célula de nuestra masa muscular y es allí donde se produce la energía que los contrae y con ello mueve a los huesos (que son las piezas de la transmisión en el coche) y de allí a nuestras piernas que serán las encargadas del desplazamiento del cuerpo desde un punto a otro, con mayor o menor eficiencia, según sea el caso, igual que en un automóvil su energía se transmite a las ruedas. También, igual que en un coche, en nuestro cuerpo la energía se agota cuando se agota el combustible.
Explicarle a un uruguayo cuál es la “ecuación del futbol” es subestimarlo. Pero quizá no viene mal recordarlo: es la combinación de habilidades personales del jugador + la habilidades creativas del equipo + la cancha + la pelota + el clima,…y alguno me diría “no te olvides del juez”,…pero la creación futbolística propiamente dicha no incluye al juez, sino que sólo depende de la sinergia entre las habilidades personales del jugador + la habilidades creativas del equipo.
¿Cómo funciona la máquina Biomecánica en un jugador de fútbol? Bueno, precisamente la podemos describir mecánicamente usando el paralelismo con un coche. La característica fundamental del futbolista es que sus carreras son cortas y rápidas, incluso girando sobre su propio eje. Permanentemente llena de frenadas y arranques súbitos. En un partido se hacen aproximadamente 150-250 movimientos breves pero intensos (quiebres, giros, gambetas,…). El fútbol es un deporte de trabajo intermitente. ¿qué significa esto?: que si el jugador fuera un coche prácticamente andaría siempre en primera y segunda durante todo el partido. Y eso, los que manejan vehículos los saben perfectamente bien, un coche andando en primera y en segunda (como son las marchas andando por ejemplo dentro de la ciudad) consume muchísimo más combustible que a marcha sostenida (en quinta) por una carretera. Por esta razón, un jugador de fútbol gasta mucha energía.
¿Cuánta distancia creen que recorre un jugador durante un partido de fútbol, durante los 90 min? Hoy sabemos bien con toda la tecnología incorporada, que además la muestran en la propia TV al final de cada partido, sabemos que son unos 10 a 12 km en promedio.
¿Qué pasa en esos 10 a 12 km? En los primeros 5 km corridos la mayoría de las constantes vitales experimentan un aumento, las pulsaciones aumentan hasta 160 pulsaciones (pistoneos) por minuto, se consume un 20% del tanque de combustible, comenzando por los carbohidratos (azúcares) y como dijimos esta es una combustión en los motores internos de los músculos, por lo tanto, igual que en el coche, aumenta la temperatura, comienza a elevarse en forma continuada hasta unos 39°C. Allí el sistema de control corporal de temperatura aumenta la sudoración (para refrigerar) y esto permite regular la temperatura a unos 37°C, que resulta que es la temperatura ideal para la mayor eficiencia de la combustión, del metabolismo de los carbohidratos y las grasas, que son los primeros combustibles que se queman en los músculos el cuerpo.
Cuando lleva ya 7 km corridos, el cuerpo está a una temperatura permanente de 38°C. El pistoneo, es decir, las pulsaciones se mantienen reguladas a 160/min (perfecta eficiencia) pero ya se empiezan a agotar las reservas de carbohidratos y de glucógeno en el hígado, y se comienzan a consumir las grasas. Esto provoca la segregación de una hormona que la produce la glándula suprarrenal como respuesta al esfuerzo y a la exigencia, llamada cortisol u hormona del estrés, que hace sentir al deportista como invencible, le produce euforia y allí es cuando debe controlar su desempeño y mantener el ritmo. En este momento comienzas las tarjetas.
Cuando ya lleva 10-11 km corridos, y estamos llegando a la última media hora del partido, debido a la deshidratación, lleva perdidos tres kilos de masa y además se acorta su estatura unos 2 a 3 cm de altura. El acortamiento se produce por la merma de líquido entre los discos intervertebrales, y además por el denominado “efecto acordeón”, que se refiere a la comprensión continua que sufre la columna a cada paso o con los saltos. El cansancio hace sentir que todo el cuerpo tira hacia abajo, y ya no hay casi saltos. En el partido es cuando empiezan los cambios de jugadores.
Ya casi al final cuando el jugador lleva corridos los 12-13 km la temperatura sube 1° más y llega a los 39°C, el motor pistonea más, 180/min, porque ya no hay nada nada de glucógeno (azúcar) en el tanque, y sólo puede quemar grasas y proteínas, que es lo que le va quedando en el tanque, y quemar grasas y proteínas produce aún más calor corporal. Se alcanza un momento donde se pierde elasticidad en los músculos, porque se acumula un subproducto de la metabólisis, de la combustión de las grasas que se llama ácido láctico y que es el compuesto que produce los calambres musculares. Las articulaciones de los huesos están poco lubricadas porque les falta el agua, perdida por el sudor, generan dolor y cansancio, y cada paso se siente como una agonía. El cerebro ordena parar porque está recibiendo estas señales BioQuímicas, pero quien compensa o anula esta señales es la pasión futbolera (la garra) que quiere continuar y manda órdenes BioMecánicas de segur corriendo. Comienzan las tarjetas amarillas y las tarjetas rojas, aumenta la desconcentración en la táctica deportiva, y comienzan las desaceleraciones, los jugadores se quedan, no vuelven, comienzan los pases largos e imprecisos.
Como consecuencia, la probabilidad de la victoria aumenta hacia el equipo más Biomecánicamente preparado, es decir el que mejor supo manejar las Leyes de la Física y de la Química.
Todo esto le ocurre internamente a un jugador de fútbol, a cualquiera de nuestros celestes.
Escuche la columna completa del físico Carlos Vera en Punto de Encuentro:
Foto: FIFA